10 de junio de 2020

ENTRAÑABLE CELULOIDE




Después de muchos años pude entrar a fotografiar esta ahora “triste y fría sala de cine”.
Frecuentemente pasa que hay recuerdos que no lo son, bueno o que son incompletos , porque en realidad sino vas a ellos los pequeños detalles se olvidan.


(Era un ritual)
Subíamos los viernes por la tarde, en el mismo tren donde viajaban las grandes bobinas de celuloide. Después del largo viaje, cuando bajábamos del tren era inevitable no quedarme embobada observando como descargaban las sacas que contenían las películas, luego seguidamente un mozo de la estación las recogía del anden y las transportaba en una carretilla hasta afuera de la estación, el pequeño coche de linea allí nos esperaba... a cuatro pasajeros y a las preciadas y valiosas sacas blancas.
Sentada en el asiento de sky marrón en el lado de la ventanilla, podía sentir los bruscos movimientos que provocaba el Isidre al cargar las pesadas bobinas en el pequeño maletero, era un mini autocar años 80, poco después se oía un Marxeemm!! seguido de un fuerte portazo. 
Se me aceleraba el corazón y mi cuerpo inquieto desprendía una alegría bestial, en pocas horas llegaríamos lo que para mi era lo mas parecido a un paraíso, los fines de semanas exclusivos en familia , mis amigos del pueblo y por supuesto las sacas blancas llenas de escenas que sin duda, como cada fin de semana iban hacer florecer en nosotros todo tipo magia.

Tras cruzar la vieja puerta de entrada, un tímido olor (celuloide) automáticamente me activo algunas imágenes de aquellas cálidas tardes de verano que pasábamos en el cine petit,  y las frías noches del sábado en el cine gran , parecía que hasta podían oír nuestras entusiasmadas voces , voces  impacientes a que la pantalla diera luz a esas historias.
Son recuerdos que se quedan gravados para siempre muy muy adentro, y que gracias al cine pude vivir aquellos intensos momentos con mis amigos, en la oscura sala de cine…


Imposible olvidar
Los gritos de terror que nos provocaba Frankenstein a la vez casi destrozando el brazo del amigo que tenias al lado, las interminables risas que nos provocaba el insuperable Chaplin, los gritos de Tarzan y las payasadas de la mona Chita, y por que no? las lagrimas derramadas por el traumático principio de la película de Bambi.Y muchas veces, en medio de todo este festival de emociones un oooohhhh resonaba en toda la sala, de repente veíamos como la pantalla se fundía, quemando y devorando el celuloide.


El vagón de correos
Recuerdo aquellas tristes mañanas de lunes de vuelta a casa, el fin de semana había terminado, y allí de pie esperando en la estación de tren sin apenas aún calentar el sol, el frio de la mañana nos hacia tiritar. 
No podía apartar la vista de aquellas sacas blancas atadas con una cuerda, allá a lo lejos en el largo anden de la estación iluminadas por los tímidos rayos de sol de invierno, esperando también su viaje de vuelta en su correspondiente vagón de Correos.
Me abordaba una inmensa tristeza, volver a BCN era una torturar para mi, sintiendo un nudo en la garganta me despedía de ellas en silencio con un …
Adiós, hasta el viernes... nos volvemos a ver en este mismo lugar y en este mismo anden” 

Lourdes Pujols 



Fotografía:Lourdes Pujols

Fotografía:Lourdes Pujols

Fotografía:Lourdes Pujols

Fotografía:Lourdes Pujols

Fotografía:Lourdes Pujols

Fotografía:Lourdes Pujols

Fotografía:Lourdes Pujols

Fotografía:Lourdes Pujols

Fotografía:Lourdes Pujols

Fotografía:Lourdes Pujols

Fotografía:Lourdes Pujols

Fotografía:Lourdes Pujols

Fotografía:Lourdes Pujols

Fotografía:Lourdes Pujols

Fotografía:Lourdes Pujols

Fotografía:Lourdes Pujols

Fotografía:Lourdes Pujols

Fotografía:Lourdes Pujols

Fotografía:Lourdes Pujols

Fotografía:Lourdes Pujols

Fotografía:Lourdes Pujols

Fotografía:Lourdes Pujols

Fotografía:Lourdes Pujols

Fotografía:Lourdes Pujols

Fotografía:Lourdes Pujols