Después
de muchos años pude entrar a fotografiar esta ahora “triste y
fría sala de cine”.
Frecuentemente
pasa que hay recuerdos que no lo son, bueno o que son incompletos ,
porque en realidad sino vas a ellos los pequeños detalles se
olvidan.
(Era
un ritual)
Subíamos
los viernes por la tarde, en el mismo tren donde viajaban las grandes
bobinas de celuloide. Después del largo viaje, cuando bajábamos del
tren era inevitable no quedarme embobada observando como descargaban
las sacas que contenían las películas, luego seguidamente un mozo
de la estación las recogía del anden y las transportaba en una
carretilla hasta afuera de la estación, el pequeño coche de linea
allí nos esperaba... a cuatro pasajeros y a las preciadas y valiosas
sacas blancas.
Sentada
en el asiento de sky marrón en el lado de la ventanilla, podía
sentir los bruscos movimientos que provocaba el Isidre al cargar las
pesadas bobinas en el pequeño maletero, era un mini autocar años
80, poco después se oía un Marxeemm!! seguido de un fuerte portazo.
Se me aceleraba el corazón y mi cuerpo inquieto desprendía una
alegría bestial, en pocas horas llegaríamos lo que para mi era lo
mas parecido a un paraíso, los fines de semanas exclusivos en
familia , mis amigos del pueblo y por supuesto las sacas blancas
llenas de escenas que sin duda, como cada fin de semana iban hacer
florecer en nosotros todo tipo magia.
Tras
cruzar la vieja puerta de entrada, un tímido olor (celuloide)
automáticamente me activo algunas imágenes de
aquellas cálidas tardes de verano
que pasábamos en el cine petit,
y las frías noches del sábado en el cine gran
,
parecía que hasta podían
oír nuestras entusiasmadas voces , voces impacientes
a
que la pantalla diera luz a esas historias.
Son
recuerdos que se quedan gravados para siempre muy muy adentro, y
que gracias
al cine pude
vivir aquellos
intensos
momentos
con mis amigos, en la oscura sala de cine…
Imposible
olvidar
Los
gritos
de terror que
nos provocaba Frankenstein
a
la vez casi destrozando el
brazo del amigo que tenias al lado, las
interminables risas
que
nos provocaba el insuperable Chaplin, los
gritos de Tarzan y
las payasadas de la
mona Chita,
y
por que no? las
lagrimas derramadas
por
el
traumático
principio
de la
película de Bambi.Y
muchas veces, en medio de todo este festival de emociones un oooohhhh
resonaba en toda la sala, de repente veíamos como la pantalla se
fundía, quemando y devorando el celuloide.
El
vagón de correos
Recuerdo
aquellas
tristes
mañanas
de lunes de
vuelta a casa, el
fin de semana había terminado,
y allí
de pie esperando en la estación de
tren
sin
apenas aún
calentar
el sol,
el
frio
de la mañana nos hacia tiritar.
No
podía apartar la vista de aquellas
sacas blancas atadas con una cuerda, allá a lo lejos en el largo
anden de
la estación iluminadas
por los
tímidos rayos de sol
de invierno, esperando también
su
viaje de vuelta en
su correspondiente
vagón
de Correos.
Me
abordaba una
inmensa tristeza,
volver
a
BCN era
una torturar para mi,
sintiendo
un
nudo en la garganta me despedía de ellas en silencio con
un …
“Adiós,
hasta
el viernes...
nos volvemos a ver en este mismo lugar y
en
este mismo
anden”
Lourdes Pujols
 |
Fotografía:Lourdes Pujols |
 |
Fotografía:Lourdes Pujols |
 |
Fotografía:Lourdes Pujols |
 |
Fotografía:Lourdes Pujols |
 |
Fotografía:Lourdes Pujols |
 |
Fotografía:Lourdes Pujols |
 |
Fotografía:Lourdes Pujols |
 |
Fotografía:Lourdes Pujols |
 |
Fotografía:Lourdes Pujols |
 |
Fotografía:Lourdes Pujols |
 |
Fotografía:Lourdes Pujols |
 |
Fotografía:Lourdes Pujols |
 |
Fotografía:Lourdes Pujols |
 |
Fotografía:Lourdes Pujols |
 |
Fotografía:Lourdes Pujols |
 |
Fotografía:Lourdes Pujols |
 |
Fotografía:Lourdes Pujols |
 |
Fotografía:Lourdes Pujols |
 |
Fotografía:Lourdes Pujols |
 |
Fotografía:Lourdes Pujols |
 |
Fotografía:Lourdes Pujols |
 |
Fotografía:Lourdes Pujols |
 |
Fotografía:Lourdes Pujols |
 |
Fotografía:Lourdes Pujols |
 |
Fotografía:Lourdes Pujols |